Wednesday, July 09, 2008

Introducción a Santiago, José Ángel Cuevas, Ediciones Balmaceda Arte Joven

Para apreciar el impacto de la literatura sobre el espíritu colectivo, la relectura es un ritual ineludible. Volver a visitar textos cargados de años es una forma de aproximarse a la real estatura de un texto. “Introducción a Santiago”, del poeta chileno José Ángel Cuevas, en su versión 2007 es un acabado ejercicio en el cual no sólo se ofrece al lector la oportunidad de reencontrarse con un extenso poema, casi clandestino, escrito en la década del ochenta. Acá se trata de la revisión completa del texto, incluyendo una nueva versión del mismo.
Pero ¡atención!. La maniobra es mucho más profunda. Cuevas, devenido en maestro de las nuevas generaciones de la lírica nacional, se pone a disposición de los recién llegados a la literatura y somete sus escritos al examen y el libre juego de un taller de literatura, realizado en el centro cultural Balmaceda Arte Joven. Así, los integrantes de dicho taller vuelven a escribir el texto, desde la óptica de su propia actualidad vital e intelectual.
El resultado es un cuidado volumen en el cual encontramos un auténtico diálogo de generaciones. En este intercambio, el joven de ayer conversa con el joven de hoy, en el territorio libre y atemporal de la literatura.
La primera parte rescata el canto original, fechado en 1982: año difícil, cuando asomaba en el horizonte el descontento que terminó por derrotar a la Dictadura siete años después. Esa inquietud, ese miedo, esa desazón es la que se transmite verso a verso, con las correspondientes acrobacias verbales que buscaban eludir la censura imperante. Cuevas hizo de su voz una de las importantes de su generación. “Yo pasé una noche de Estado de Sitio / sin querer, en la puerta de una casa, / las patrullas aullaban a lo lejos / bajo los edificios callados / Todo estaba frío, los cuatro millones dormían / Fui el tipo más solo del mundo esa noche / mis amigos cabían en los dedos de una mano).”.
Junto a su obra, los jóvenes del taller de Balmaceda Arte Joven desafían al viejo maestro con sus certeras versiones del poema, destilando visiones nuevas de un Santiago que, entre demoliciones y actos fallidos de reforma, se las arregla para ser la misma ciudad, terrible, ingenua, acogedora y caníbal. Destacan nombres como el de Gonzalo Geraldo, que en breves versos nos enfrenta a la inmigración extranjera, tan mal mirada en ciertos casos, (gente morena), tan exaltada en otros (gente de tez clara). “Soy una pobre diabla de la Plaza de Armas / la obrera de los quehaceres domésticos / la paria del Barrio Alto / la chola ladrona / la ingenua la inocente / la que creyó en los Huasos Quincheros / y verán cómo quieren en Chile / al amigo cuando es forastero”.
En suma, “Introducción a Santiago” salda parcialmente deudas mutuas entre la realidad de un país y su literatura marginal. El encuentro entre distintas generaciones que comparten sus miedos, asombros y esperanzas, deja un buen sabor para el lector ávido de buenos versos.

Aullido, Allen Ginsberg

Ya es una señal de alerta ver que un libro de poesía es publicado al alero de una colección de narrativa tan célebre y rigurosa como lo es la serie “Panorama de narrativas” de Anagrama. Y ojo con eso, que estamos ni más ni menos que ante uno de los monumentos de la literatura norteamericana del siglo XX. Nos referimos al texto “Aullido” de Allen Gisnberg.
Ginsberg se ubica en el centro de la gran constelación de la corriente Beatnik, junto a santidades como Jack Kerouac, Lauwrence Ferlinghetti y William Burroughs, entre otros. Si hay algo como un “canon” de poesía comprometida con su tiempo, “Aullido” está en el centro de la atención. Poema desafiante como pocos, en él Ginsberg se adentra a las honduras del espíritu de insatisfacción en la nación norteamericana, han anunciando la gran lluvia que habría de venir.
El momento de su lanzamiento (primero como lectura pública y más tarde como edición “formal”), marca un antes y un después y re instala la figura del poeta como visionario y provocador que busca despertar a la ciudad dormida. Es la senda del iluminado que se lanza sin temor a lo suyo, como un Sócrates bebiendo la cicuta, o un Rimbaud abandonando todo a los dieciocho años para ir en busca de la última señal de vida. Aullido es un extenso alegato a favor de la libertad del cuerpo y el espíritu, y no en vano se convirtió en inspiración para la siguiente generación, la que se lanzó a “tener el mundo y tenerlo ahora”, en la década de 1960.
En ese sentido, el texto se reafirma, edición tras edición, como un vestigio cultural relevante del poeta como encarnación del espíritu de una época. Desde el arranque, sus verbos ya proverbiales le hacen honor a un título arrasador y demasiado significativo: el aullido del dolor y del placer, el aullido de la búsqueda de santidad y el alma que cae en llamas a la tierra después de un vuelo liberador: “Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas, desnudas”.
Después de este grito desgarrado, ya nada fue igual. La buena conciencia de la Nación Americana despertaba tarde a sus propias pesadillas. Vino el rock and roll y le puso música al furor, la libido y la rebeldía. Y allí, en medio de la fiesta, Allen Gisnberg tomaba su lugar como uno de los inspiradores de ese éxtasis. O sino, pregúntenle a Bob Dylan, pregúntenle a toda una camada de artistas que abrieron sus mentes leyendo a Gisnberg. Un aullido eterno. Una voz que no se agota en su largo caminar. Un auténtico profeta.

Los hijos de Húrin, J.R.R. Tolkien, editado por Christopher Tolkien, Minotauro

Con la publicación de “Los hijos de Húrin”, se agrega un elemento más a la intensa obra de J.R.R. Tolkien. Lejos de lo que sectores de la crítica se apresuran a afirmar, el presente volumen es mucho más que una operación comercial, destinada a sacarle más utilidades a materiales residuales del potente escritor. Para entender esto, es necesario primero recordar que Tolkien fue un auténtico creador de universos, a través de cada uno de sus textos. Teniendo como centro la trilogía de “El Señor de los anillos”, y su antecesor “El Hobbit”, más allá de una obra literaria, lo que se presenta es un cosmos completo, con distintas tierras, razas y culturas que se enfrentan y conviven, en el exuberante entorno de la Tierra Media.
Desde un principio de su trabajo literario, Tolkien quiso que sus textos tomasen la forma y el sentido de los mitos más antiguos de Europa, como las sagas nórdicas, el Kalévala finés y textos como Beowolf, La Iliada o el ciclo del Rey Arturo. En ese camino, el autor produjo mucho material aparentemente disperso, complementario de su obra estructurada. Pero atención, porque la verdad es que tras su muerte, y bajo la guía de su hijo Christopher, poco a poco quedó claro que ese material era parte del total de su obra. Mitos, leyendas, cantos, poemas y canciones que Tolkien dejó sin terminar de editar, constituyen un cuerpo inseparable junto a sus obras definitivas. De hecho, producto de esa exploración póstuma, en su momento se dio a conocer “El Silmarilion”.
Ahora es el turno de “Los hijos de Húrin”. En ella se presenta una historia fundamental en los tiempos más antiguos de la cosmogonía tolkienina. Húrin, un héroe humano que se enfrenta a la maldición de Morgoth, el señor oscuro, (antecesor de Sauron, el supremo villano de “El Señor de los anillos”). Los elementos habituales de enfrentamiento entre el bien y el mal se encuentran aquí mucho más acentuados que en los otros textos. Orcos, elfos, hombres y enanos llevan unos pocos siglos sobre la Tierra Media, y ya la existencia está plagada de intensos conflictos.
La brevedad del relato conduce a una concentración del material literario más intenso y dramático en este libro. el mal inevitable, los eslabones de hierro que atan a los protagonistas con su propio destino, recuerdan los mejores momentos de las tragedias griegas. Un J.R.R. Tolkien especialmente oscuro, sorprende y estremece al lector, con la densidad de una trama llena de “muchas derrotas y muchas estériles victorias”. Amor, lealtad, guerra y esperanza completan una trama apasionante. “Los hijos de Húrin” es una pieza indispensable para el fanático de la mejor fantasía escrita, y en definitiva, de la literatura de primer nivel.

Ecos cercanos, Miguel Barahona, LOM Editores

Un libro que pretende revisitar la obra de cuatro grandes nombres de la filosofía podría suponer un grado de densidad intimidante. Y es que el propósito no es menor, y este es ni más ni menos que revisar los fenómenos de raza a la luz de las visiones de dichos grandes pensadores: Marx, Durkheim, Tarde y Weber. Pues bien: “Ecos cercanos”, del antropólogo chileno Miguel Baraona, está muy lejos de la espesura académica que se podría suponer desde las declaradas intenciones del texto.
Ya en su prólogo, lo que el autor logra es una cercanía y calidez que podría contrastar con la altura del fin buscado. Y esto lo hace, en primer lugar, explicando vivencialmente el cómo llega él a plantearse el trabajo que aborda. El relato es interesante, ya que Baraona enfrenta sus propios fantasmas académicos y los detalla. Él, como antropólogo, se vio en la situación de estudiar detalladamente el modo de vida de ciertas comunidades rurales del sur de México. Como buen antropólogo, esto pasaba por vivir un período prolongado en medio del grupo humano a estudiar. Y desde la partida, al autor le quedó claro que los prejuicios con los que llegaba, las ideas preconcebidas y una visión sesgada, no tenían nada que ver con la realidad que comenzaba a vivir. Ya en ese momento se planteo la inquietud de cómo las ciencias sociales tienen un acercamiento erróneo para entender la identidad étnica y sus profundas raíces. El contacto diario con las comunidades mayas, que pese a siglos de dominación occidental mantienen su nexo y sus valores, lo llevó a revisar en profundidad la visión que el pensamiento actual tiene de los pueblos autóctonos.
Desde esta visón, Baraona se lanza a releer los clásicos, tratando de entender lo profundo de pueblos que defienden su patrimonio espiritual. El tema no es menor. El mundo se ha visto estremecido por conflictos que tienen un componente racial como eje. Desde el levantamiento Zapatista en Chiapas, pasando por el desmembramiento de la ex Yugoslavia, hasta la dureza del conflicto mapuche en Chile y el sur de Argentina, está claro que no hemos sido capaces de construir una visión del tema racial.
Para el público no iniciado, el volumen tiene un innegable valor ya que el autor hace un certero resumen de los planteamientos de cada uno de los pensadores estudiados. Esto es especialmente cierto en el caso de un filósofo influyente como pocos, como es Kart Marx. En el capítulo dedicado a su obra y legado, Baraona resume buena parte de la historia contemporánea, con sus revoluciones y contrarrevoluciones, ayudando a entender muchos procesos contemporáneos.
“Ecos cercanos” es un libro que tiende un puente entre la visión académica y la realidad concreta. Y ayuda a entender cómo la visión de ciertos pensadores está mucho más presente en nuestra vida de lo que imaginamos. Un valioso esfuerzo por salir de la mediocridad que a veces pareciera inundarnos.

Se oyen los pasos, Gonzalo Planet

La literatura especializada en rock chileno poco a poco va sumando títulos, los que son un intento por llenar un injusto vacío teórico. Esto, en medio de una realidad a ratos paupérrima, hace que se reciba con alegría un esfuerzo como el de Gonzalo Planet y su libro. Revisamos ahora la reedición y ampliación de su libro de 2004 “Se oyen los pasos”.
El texto repasa en 300 páginas los momentos seminales de rock and roll nacional, en las intensas décadas de los 60 y 70. Tiempo de intenso cambio y saltos evolutivos, tanto sociales como artísticos y políticos. el rock en todas partes se consolida como un componente esencial de la cultura del siglo, y Chile no fue la excepción. Lo interesante que asoma en este libro es ver las particularidades de este proceso a nivel local.
Lo primero que asoma es la aparición de la tendencia de guitarra y bajo como una respuesta ante las endulzadas propuestas de la “Nueva Ola”. Este movimiento copiaba fielmente el inofensivo sonido de los “pretty faces” norteamericanos, y en el fondo era una mera implantación. Ante eso, aparecen grupos como Los Vidrios Quebrados, Los Beat 4 o Los Jockers que comienzan a dar cuenta de otras tendencias, como el beat, el soul y el hard rock. ellos abrieron el camino para la entrada del rock más rupturista a las orejas nacionales.
A contrapelo del conformismo de mercado, estas y otras bandas comenzaron a abonar el terreno para que sonidos más duros y experimentales intentaran tomar por asalto la provinciana paz de aquellos tiempos.
Más allá de lo cantado en las letras, lo que esos pioneros intentaron imponer era más que nada la actitud, y esa es una de las cosas que sorprende al leer el texto. Se adivina un fondo represivo, conservador y agresivo en contra de estos desenfadados chascones que se atrevían a romper la monotonía ambiente con su incipiente jipismo. Ahí uno se encuentra con anécdotas tragicómicas, como cuando los Jockers fueron atacados una noche por una turba que, tijera en mano, procedieron a raparlos, imponiéndoles así el look de “gente decente” que era obligatorio en esos tiempos. Mirando en retrospectiva, gestos como esos ayudan a entender el porqué un país así de intolerante terminó siendo gobernado durante 17 años por una dictadura, que finalizó con un 43% de apoyo, a pesar de las barbaridades cometidas por ese gobierno.
en ese sentido, se reivindica la figura del rockero y su rebeldía primaria, libre de discursos e ideologías. Y esto es claro cuando se revisa que la prensa de izquierda y derecha condenaba al unísono el modo libre de vivir y crear de esas y otras bandas.
El libro cubre el período entre 1964 y 1973, con lo cual se engloba lo esencial del rock patrio. Aparecen próceres como Los Jaivas, Congreso, Los Blops y Aguaturbia. Todos ellos son nombres imprescindibles en la cultura popular chilena.
“Se oyen los pasos” se lee con agrado. Se nota que está escrito desde las entrañas del estilo, con mano de músico y fan, pero sin caer en la autocomplacencia. Se respira respeto y admiración, pero a la vez mucha serenidad en la mirada. Es un volumen de continuidad, que reclama una continuación y sucesivas re ediciones, que amplíen el rango cubierto y la profundidad. Ahora, lo imprescindible también es que se hagan reediciones de la música reseñada, y no tener que andar dependiendo de la informalidad cibernética de los sitios “torrents” de Internet. En fin. A más de cuarenta años desde que algunos “coléricos” se atrevieron a subir el volumen de sus amplificadores, seguimos escuchando sus pasos, en el corazón.

Tuesday, August 21, 2007

La gran guerra por la civilización, Robert Fisk

Robert Fisk
La gran guerra por la civilización
Ediciones Destino , 2005
1512 páginas

Para un lector ambicioso y casi insaciable, un libro de más de 1500 páginas puede llegar a ser un interesante desafío. Y el presente volumen cumple completamente esta perspectiva, pero ¡ojo!, que no estamos hablando de entretención ilimitada en estado puro. Y es que el libro “La gran guerra por la civilización” trae un caudal de realidad pura y dura, casi hasta la sobredosis. El tema de fondo es la casi interminable de conflictos bélicos, tanto civiles como entre países, que durante cientos de años han asolado el Medio Oriente.
Robert Fisk es un periodista inglés, con más de 30 años de experiencia cubriendo los distintos conflictos, teniendo como base de operaciones su residencia habitual en El Líbano. Desde esa ubicación privilegiada y riesgosa a la vez, Fisk aporta una de las miradas más agudas de la prensa internacional. Esto es especialmente valioso en tiempos en que la cobertura mediática, bajo el disfraz de la inmediatez y el señuelo de lo audiovisual, termina por ocultar la cruda realidad de la guerra. Y en ese sentido, el título del libro opera en varios planos: como un señuelo, como una ironía o como una cruda realidad.
Como un señuelo para atraer a quien quiera creer que las guerras, (las actuales y las anteriores), se pelean por “buenas causas”, o que hay “guerras éticas”. A las pocas páginas el autor deja claro que su visión va para otro lado. Es una ironía, porque capítulo a capítulo, Fisk desmenuza la cruel contradicción que hay entre las declaraciones rimbombantes de los dirigentes y la sangría de la guerra verdadera. Y el título es una cruda realidad cuando queda cada vez más claro que esta “civilización” de la cual formamos parte es, efectivamente, hija del conflicto y la devastación.
El libro aporta una mirada que llama a la reflexión en cuanto a entender que el mundo bipolar, dividido entre buenos y malos, que suelen presentar las noticias, es mucho más complejo. Los poderes nacionales y supranacionales involucrados en esta verdadera saga geopolítica se mueven por intereses mucho menos altruistas que los declarados en discursos y asambleas.
Desde otra perspectiva, el libro es un verdadero tratado sobre la maldad, con personajes de todos los bandos, desde agentes secretos ingleses y norteamericanos especialistas en organizar golpes de estado, hasta próceres como el ayatolá Jomeini , Bin Laden o Saddam Hussein. Robert Fisk no se guarda nada y nos estremece con su exhaustivo volumen. Este puede llegar a ser imprescindible para quien quiera ver más allá del simplismo noticioso que proclama que en alguna parte se está librando alguna guerra por la civilización, cuando lo que hay es simple ambición, poder por el poder y sangre, mucha sangre que no deja de correr.

Creador de realidades (cuentos místico-barriales)

Creador de realidades (cuentos místico-barriales)
Pablo Daniel Ovin
Editorial Dunken
80 páginas

La narrativa argentina no deja de ir mostrando poco a poco que siempre van apareciendo nuevos nombres para ir completando un panorama de por si rico en calidad y cantidad de creadores. El libro “Creador de realidades”, del joven Pablo Daniel Ovin, nos muestra una prosa de relatos breves, concisos y punzantes.
Apostando a un realismo en equilibrio con lo misterioso de la vida, el presente volumen se las arregla para mantener la atención de página en página.
Dividido en cuatro partes, cada una de ellas denominada con un color, las realidades creadas en cada relato son como revelaciones de que la apariencia de las cosas nos engaña, insinuando matices que la mirada superficial deja pasar. Verde, amarillo, rojo y negro son los tonos que cada sección asume, para ir iluminando ciudades y panorámicas reconocibles como lugares de vigilia y ensueño. Pablo Daniel Ovin es un artesano cuidadoso en el tratamiento de los textos. Como tal, se cuida mucho de dejarse llevar por efectismos y misterios a la carta. Acá no hay conspiraciones globales, ni un reino de la falsificación. Se trata de ofrecer a la mirada del lector una realidad cotidiana que esconde, en su simpleza, grandes y pequeños secretos que quieren ser revelados.
El escenario es una Buenos Aires idéntica a si misma pero a la vez capaz de tomar la forma de cualquier ciudad. De hecho, la tapa muestra una esquina que de puro reconocible llega a ser universal.
Los personajes son gente común y silvestre que, en el encuentro consigo mismo y con su entorno. Toma el desvío exacto para dar con el lado “B” del tiempo. Esas son las realidades que en cada cuento se van creando. La gracia es que lo complejo se aparece como simple, y con un lenguaje sin artificios, se ahonda en lo humano y en lo demasiado humano.
El relato “La calle San Lorenzo” se destaca por su tono elegantemente inquietante. En él, se descubre cómo un acalle común y corriente de esta ciudad, (de cualquiera), puede ofrecer al paseante despierto un aspecto diferente y misterioso. El relato que más ahonda en ese sentido de “realidades paralelas” es “Tratado sobre esa cajita gris en los subterráneos”, una paranoica advertencia sobre los supuestos poderes ocultos de elementos urbanos comunes a los cuales no les prestamos atención.
En definitiva, “Creador de realidades” es una buena muestra de la joven narrativa argentina. Sin difusión y por canales alternativos de difusión, alza su voz para decir que aún queda mucho por escribir y develar.

Wednesday, May 09, 2007

sólo noticias

Las imágenes de las noticias de los días recién pasados bailan en las mentes menos atentas, y todo se despliega bajo la etiqueta del simple caos. ¿Y qué decir entonces? Por un lado de la pantalla asoman las ganancias de ciertas industrias de esta patria tan graciosa. Qué se yo, cifras al boleo: Forestal Arauco con 1,7 millones de dólares al día durante 2006, numeritos siderales que cuesta convertir en datos concretos como pan con mantequilla, meses de arriendo o cuentas de agua y luz. Por otro lado, uno ve mínimas notas perdidas en los reportes que hablan de una que otra huelga, en fin, los obreros tratan de tomarse calles por un rato, cortan caminos, tocan pitos y cajas, gritan pero nunca es suficiente, difícil que el millón setecientos mil dólares se reparta, eso no es posible. Luego, siguiente noticia: la economía de Chile crece, crece, crece. 6,7 por ciento o algo así. ¿Hacia donde crece? Hacia las alturas, hacia los barrios de ascendentes minorías que buscan el encandilamiento y la amnesia, la felicidad aireacondicionada, en fin, el cielo. La economía crece pero ninguno de los que vamos apretados en la micro sabemos ni vemos hacia dónde crece. La economía crece pero, ¿desde dónde crece? Crece desde tu desvelo, desde tus niños solos encasa mientras tú trabajas, la economía crece desde tu bolsillo. La economía crece desde esa masa sin forma que en la carretera corta el paso para que por fin alguien se acuerde de lo mal pelado que está el chancho. Vale. La economía crece, eso es lo importante. Pero la acumulación de todos estos hechos noticiosos deja alguna sensación de duda o confusión. Parece que necesitamos algo que nos ordene y que haga una raya para la suma. Hacia el final del noticiero descabellado, aparece esa raya, una delgada y brillante línea de luz en la noche: en medio del griterío y la confusión, la estela de las balas policiales. Muerte, muerte, corte y a comerciales. Ahora la pantalla se llena con veinte mil personas sepultando a Rodrigo Cisternas Fernández, obrero forestal muerto por la policía durante un enfrentamiento en medio de un paro. Días más tardes, en la madrugada escucho a un dirigente sindical hablando sobre lo obtenido finalmente en esa lucha: 24 lucas de aguinaldo, 65 lucas de aumento de sueldo. “Nos costó una vida”. Raya para la suma, la economía crece ¿hacia dónde?, ¿desde dónde crece? Crece desde funerales.Cita final, de la canción ‘Titikaka’, de La Floripondio, más bien gritando que cantando:“no saben que de un momento al otro cambian las cosas, se da vuelta la tortilla, tiembla el país, las estructuras, porque el hambre, la salud, la educación, el llanto, la ignorancia, la violencia y el corazón se juntan y después de revisar todas las posibilidades, la última se convierte en sangre”.

Tuesday, May 08, 2007

Salarios del impío y otros poemas


Juan Gelman
Colección Visor de Poesía


Acumulando premios y reconocimientos internacionales, el poeta argentino Juan Gelman pareciera instalarse en una especie de Olimpo de los grandes de la literatura hispanoamericana actual. Pero todos esos galardones están lejos de convertirlo en una figura elevada y distante del común de los mortales. Gelman evita el divismo poético con un verso lúcido, certero y que se nutre del habla cotidiana de su país y que , por ese camino, sabe hacerse universal.
La dictadura argentina de los setenta lo obligó a buscar refugio en Europa, y el viaje iniciado en esas épocas aún no lo lleva de vuelta definitivamente a su amada Buenos Aires. Aún así, Gelman ha sabido consolidarse como una de las voces más profundamente latinas. El libro “Salarios del impío y otros poemas” da cuenta de un poeta en viaje por los caminos del exilio, el que va por el mundo recogiendo voces y cantos que hablan de amor, derrota y muerte. Publicado en 1998, el volumen bien puede ser revisado en retrospectiva para entender, primero la obra del poeta y, a la luz de ella, las circunstancias de su vida. Es que no es posible hablar de Gelman sin mencionar su épica búsqueda de la verdad, ya que su hijo y su nuera fueron víctimas de la represión en Argentina, lo que lo ha llevado a buscar a su nieta perdida, secuestrada y reencontrada hace algunos años. Ese drama, nacional y personal, cruza su obra.
Para construir su habla propia, Juan Gelman se lanza sin miedo a excavar en lo profundo del idioma. Así no duda en escribir parte del presente libro en un dialecto castellano del siglo XVI, el sefardí. Él busca en este juego lingüístico encontrar “un candor perdido y sus diminutivos, una ternura de otros tiempos que está viva y, por eso, llena de consuelo”. Estos textos están en versión bilingüe, para comodidad del lector. En ellos es donde el poeta despliega lo mejor de sí, uniendo en una sola expresión todos los temas, en versos que son simultáneamente de amor y de exilio, de muerte y de esperanza.
“Cuando esté muerto / oiré todavgía / el temblor / de tu saya en el viento. // alguien que leyó estos versos / preguntó: ‘¿cómo así? / ¿qué oirás? ¿qué temblor? / ¿qué saya? / ¿qué viento?’/ le dije que calarra / que se sentara a mi mesa / que bebiera mi vino / que escribiera estos versos :// ‘cuando esté muerto / oiré todavía / el temblor / de tu saya en el viento’”.
“Salarios del impío y otros poemas” anticipa y confirma al Juan Gelman que en años posteriores a le eedición de este libro obtuvo premios como el Premio Reina Sofía, de España; el Juan Rulfo de México o el Pablo Neruda de Chile. Pero, sobre todo, revela la magnitud de un poeta que desde el dolor y el desarraigo sabe elevar un canto que se sobrepone a la tragedia para celebrar la unión de las almas.

Queremos votar en las próximas elecciones


Edda Gaviola, Ximena Jiles, Loreta Lopresti, Claudia Rojas
LOM Editores
Año 2006


Al llevar poco más de un año de mandato de la primera mujer en ser elegida presidenta en la historia de Chile, no es malo salirse un tanto de la contingencia y dar una mirada al origen mismo de este hecho político.
Y es que, el hecho de que una mujer llegue a ocupar la primera magistratura de la república no es un mero accidente ni una curiosidad, sino que puede y debe ser entendido como la culminación de un largo proceso en el cual la participación femenina ha pasado de ser un deseo algo utópico y alucinado, a una realidad de peso en cada elección.
El libro revisa cuidadosamente el surgimiento y consolidación de la mujer en Chile como sujeto político. 1949 es el año clave, ya que es cuando por fin se le concede el derecho a voto. Pero ese es el punto de llegada de una larga marcha que se inicia mucho tiempo antes, por lo menos en 1913, donde se remontan los orígenes del movimiento sufragista femenino. El objetivo de esta tendencia no era sólo el acceso a las urnas, sino que buscaba revisar, construir y proponer un nuevo rol de la mujer. El tema está muy lejos de agotarse, y este texto se desenvuelve muy bien, entre el rigor académico y el relato detallado de los diferentes hitos que marcaron esta lucha.“Queremos votar en las próximas elecciones” da cuenta del nacimiento de una consciencia femenina y feminista que, a través del voto, no hace sino expresar el deseo por alcanzar una dignidad acorde a la importancia que tienen la mujer en la sociedad actual. Si se hace una segunda lectura de esta historia, no puede dejarse de observar que el respeto de los derechos de la mujer en una sociedad va en paralelo con la manera que esa misma sociedad tiene de respetar todos los otros derechos, sean masculinos o femeninos. Así, un país que quiera ser justo no puede ni debe dejar de darle protagonismo a la mitad más uno de su población.

Thursday, April 26, 2007

Mi Vida: Diario (1911-1917)


Juan Emar

Juan Emar ostentó durante mucho tiempo el dudoso honor de ser uno de los secretos mejor guardados de la literatura chilena. Esto no es más que una manera elegante de decir que su caso era otro de los muchos escritores meticulosamente ignorados por críticos, editoriales, colegas y, en último lugar, el público lector. Afortunadamente, la evidente deuda ha comenzado a ser pagada desde hace unos cuantos años, con sucesivos estudios, reediciones y difusión de la obra del chileno.
Álvaro Yáñez Bianchi, de seudónimo Juan Emar, fue claramente disfuncional a lo que era la literatura y el arte chileno de principios del siglo XX. Mientras el ambiente cultural nacional se contemplaba a sí mismo tranquilo y satisfecho entre el buen gusto de los acomodados y el criollismo miope, Emar tenía las antenas puestas en lo que se gestaba en otras latitudes. Así, a través de sus columnas en el diario La Nación, (en aquellos tiempos de propiedad de su padre, Eliodoro Yáñez), Juan Emar, conocido entre sus amigos como “Pilo”, comenzó a presentar y divulgar al público nacional las nuevas tendencias del arte que se comenzaban a gestar. Surrealismo, dadaísmo y cubismo fueron difundidas a través de sus escritos, en una quijotesca labor. En este sentido, Emar es tan importante como Huidobro en cuanto a abrir los ojos del mundo cultural chileno a lo nuevo que nacía.
El presente libro expone por primera vez los escritos más tempranos de Juan Emar, extraídos de sus diarios de los años 1911 a 1917. En ellos se encuentran muchas de las claves que explican al agudo prosista que más tarde sorprendería con obras como “1936”, o la desmesurada “Umbral”. Su mirada entre perpleja y atenta se posa en un mundo al cual el sabe adivinarle más de un sentido, escarbando entre las capas de la realidad.
El epígrafe del presente volumen lo dice todo: “Los que aquí no vean claro, cierren el cuaderno; los que puedan seguirme en mi poca facilidad para explicarme, sigan leyendo”. La cita indica claramente que el autor estaba plenamente consciente de que sus diarios terminarían por ser conocidos y leídos más allá del ámbito familiar. Esto aleja a este libro del mero documento personal y lo instala con propiedad en la lista de su obra estrictamente literaria. Juan Emar debe ser uno de los escritores chilenos más conscientes de su peso y sus espacialísimas cualidades. Quizás por eso nunca resintió el abandono y la dejación en la cual sus obras cayeron en vida. De alguna manera, sabía que su tiempo estaba por llegar y que él se debía a su posteridad. Lo que en estas páginas se encuentra es consistencia. El proyecto global de Emar, uno de los más ambiciosos de la literatura chilena, era de una monumentalidad que abruma. Dividido en seis partes, el diario ayuda a delinear y completar la figura de este ilustre “desconocido” que termina de salir a la luz.
Alguna vez calificado por Neruda en el prólogo de “10”, como “nuestro Kafka” Juan Emar es de esos artistas que soportan muy bien el paso de los años y las relecturas. El respeto y la admiración crecen con el tiempo, sacándolo del injusto olvido y actualizando su innovadora obra.

La Renga, Truenotierra


2006
La Renga Discos

El esperado regreso de La Renga por fin es realidad. Como para saciar de un golpe la sed de sus seguidores, lanzan por primera vez un disco doble de estudio: “Truenotierra”. Con lo ofrecido, estamos listos para un nuevo banquete de hard rock.
En el disco inicial, La Renga presenta doce temas hechos a la medida de lo que los más fieles necesitan escuchar. Si su entrega anterior hacía explotar algunos sueños, “Truenotierra” ahonda en esa línea, continuando el impetuoso espíritu de su antecesor. Grabado en directo y sin mezclas posteriores, evidencia toda la energía del grupo. Más allá de la molesta etiqueta de “rock de barrio” o “rock chabón” que les adjudica la prensa trasandina, La Renga compone e interpreta con instinto de calle. En la presente placa, juegan con los mismos elementos del “Detonador de sueños”, pero toman una configuración que da otro matiz. El protagonismo de la batería de Tanque da lugar al equilibrio, en el cual destaca el bajo sinuoso y rocanrrolero de Teté. La voz de Chizzo, profunda y áspera, da el tono para que sus guitarras lo acompañen en su vuelo. Claramente, el otro antecedente de “Truenotierra” es el libro “Estaciones de tinta negra” de 2005, escrito entre Chizzo y Fernando Vera, encargado de prensa de la banda. Las letras de la placa ahondan en esa oscuridad. Cada canción destila espesas sílabas que retumban en la mente del auditor.
‘Oscuro diamante’, es una especie de hit inmediato. También resalta ‘Llenado de llorar’, un corte acústico muy zepeliano que muestra algo del claroscuro habitual en el conjunto. “El fuego es fuego por que sabe que su furia no podrá apagar, pero tu llama hecha de alumbrar sabrá que un soplo por ella vendrá”. Esta clase de versos describen a la propia banda en su tierna intensidad.
Otro punto a destacar es la canción “Entre la niebla’ compuesta e interpretada por “Manu” Varela, saxofonista. Llama la atención la novedad de oír otra voz en La Renga. Su texto se presta para diversas lecturas. “El cielo cae incandescente (…), estoy metido entre la niebla hasta encontrar tu voz, (…) alguien metió mano en el infierno y sembró el espanto entre los dos”. Personalmente, me recuerda los sucesos de República Cromañón, donde murieron 194 chicos en un incendio estúpido y evitable. El punto es relevante, ya que la banda Callejeros era parte del entorno del grupo de Mataderos. Incluso algunos miembros de su personal técnico estaban esa noche en el fatídico local del barrio Once, en Buenos Aires. El bajón artístico en el cual se sumió Argentina después del horrendo drama también afectó a los rengos, recogido esto de primera fuente en conversación con Gaby, manager de la banda, a principios de 2006. De hecho, eso explica en parte la demora en sacar esta placa.
Si en “Detonador” encontrábamos hacia el final una larga pista oculta con el instrumental ‘Pasto tomado’, esta vez La Renga se da el gusto con el segundo disco de su nueva entrega. Éste contiene cinco temas de improvisación en estado puro, lo que al otro lado de la cordillera llaman “zapadas”, sin voz ni letras. Cada corte es densamente juguetón, aventurándose en los altibajos de un rock sicodélico, poderoso y sutil. En esta segunda placa intuimos la intimidad de una banda que juega y, a ratos, sorprende.
“Truenotierra” presenta a La Renga como un grupo maduro, con sus banderas desplegadas y sin sacar el pie del acelerador. Es la cara duplicada de una banda entrañable y feroz. Como en toda su carrera, la culminación de este proceso es cuando las canciones son coreadas por sus miles de fanáticos, “Los mismos de siempre”. El sábado 19 de mayo de 2007 se concretará el ritual en vivo, en la Arena Santiago, donde presentarán su nuevo disco. Revivirán el intenso intercambio emocional entre ellos y el público chileno. Así es el buen rock: se mueve a toda velocidad de alma en alma, atravesando montañas, pampas y fronteras.

Trio Beyond – Saudade


Esta agrupación reune a gigantes del jazz contemporáneo. Alinean John Scofield, en guitarra, Jack DeJohnette en batería y Larry Goldings en teclados.
Cada uno de ellos vale su peso en notas de oro. Pero, más allá de las individualidades, lo que los unifica es el homenaje a un grande : el baterista Tony Williams, ya que el trío nace como celebración a el mencionado jazzista. Él fue parte de uno de los más renombrados quintetos de Miles Davis en la década del sesenta, para posteriormente asentarse como una personalidad del ritmo sincopado con su propio terceto, el Tony Williams Lifetime. En este, Williams se reunió con John McLaughin y Larr Young, para dar vida a una agrupación que profundizo todo lo aprendido con el maestro Davis.
Beyond nace entonces con la clara intención de actualizar para el público de hoy un jazz que mantiene su vigencia, aunque su protagonista ya no está en este mundo.
Hay quien sostiene que en el jazz se trabaja con otros tiempos de vigencia, por lo que se inventó hace veinte o veinticinco años aún tiene vigencia. El trío en cuestión ilustra bien ese concepto, explotando un repertorio que incluye temas de Davis, Williams u otros autores de los setenta, que aún hoy suenan frescos y sorprendentes.
En manos de interpretes tan potentes como Scofield, DeJohnette y Young, los temas toman claramente estatura de clásicos. No se trata sólo de que tres viejos amigos se reúnan a pasar un buen rato revisitando un par de “standards”. Lo esencial del mejor jazz se hace presente en la impecable y apasionada ejecución, y en ese sentido, el homenaje trasciende los límites de la mera celebración, para construirse en un auténtico suceso valioso en si mismo. Estro es especialmente claro en el primer disco de la presente entrega, donde pareciera que los tres músicos ponen de una lo mejor de sí abriendo con impecables interpretaciones esta ceremonia de recuerdo a los viejos maestros. Desde la elegancia de los primeros compases, luego se elevan en un torbellino de pasión desenfrenada que alcanza su cumbre en el tema que le da nombre a la placa, ‘Saudades’. Los músicos no se privan de nada a la hora de interpretar, y por momentos su desempeño roza la potencia del rock and roll. Y es que su repertorio nació en tiempos en que la experimentación obligaba a cruzar fronteras entre estilos. Miles Davis, Tony Williams o John McLaughin, entre otros, se enriquecían matizando su creación con influencias que partían en la música clásica contemporánea y terminaban en el pop o el folk. Y ese es el punto quizás más relevante del disco: traer a la vista excelentes versiones de un cruce de tendencias que está en la base de buena parte del sonido actual. La capacidad de poner un talento salvaje al servicio de viejos clásicos, y hacer que eso siga sonando fresco, ese es el valor.

Tangerine Dream, Blue Dawn

Desde sus primeros tiempos, cuando su particular visión de la sicodelia los hizo abandonar guitarras e instrumentos tradicionales para sumergirse en un mar de sintetizadores, la banda alemana comenzó a hacer historia construyendo una identidad musical arriesgada e influyente. Adelantándose décadas al auge de la electrónica, Tangerine Dream se consolidó generando texturas y ritmos pausados e intensos. Bastante agua ha pasado bajo los puentes desde esa época, y decenas de integrantes, tan ilustres como Klaus Schultze o Chris Franke, dan cuenta de un colectivo seminal para la vanguardia alemana y mundial. El líder indiscutido y dueña de la “marca” es, sin duda, Edgar Froese, quien ha sumado a su hijo Jerome como partícipe y heredero de un sonido que se hace eterno.
Con su trabajo 2006, “Blue Dawn”, Tangerine Dream actualiza su vigencia. A estas alturas de la historia, instalados como están en el registro de lo trascendente, este grupo se puede dar tranquilamente el gusto de sonar idéntico a sí mismo, poniendo en juego con delicadeza buena parte de los abundantes elementos que componen su extensa carrera. En “Blue Dawn” encontramos todo lo reconocible de estos alemanes: atmósferas, delicadas armonías y un flujo que discurre sin apuro a través de los diez cortes que componen esta producción.
Hace tiempo ya que Tangerine Dream se re encontró con la guitarra, y ella no está ausente de esta placa, ya sea en su versión acústica, llenando el espacio como el mejor de los teclados, o en su versión eléctrica, con cuidadosos solos que capturan la atención.
Si “Blue Dawn” tiene aires y momentos que evocan otras cosas, no es más que la clara evidencia de cómo Tangerine Dream ha estado en la raíz de buena parte de la música que ha marcado el fin de un siglo y el inicio de otro. Por lo bajo, el New Age, el Ambient y mucha música de películas son grandes deudores de lo hecho por el actual dúo.
De cierta manera, este disco resume y refresca la herencia viva de Tangerine Dream. Claro: ya no son tiempos de arriesgar, sino que es hora de cosechar lo sembrado desde finales de los sesenta. Ellos lo hacen tomando cosas de acá o de allá, dando otra señal de lo que es propiamente un sello de identidad. “Blue Dawn” transcurre plácidamente, como un verdadero respiro. Sin más sorpresa que el mero hecho de estar aún vigentes, nos basta con eso para sonreír y sentarnos a dejar que este río de serenas notas corra por nuestros oídos.

Wednesday, April 25, 2007

De nada, diario en verso


Armando Uribe Arce
LOM ediciones
2005
184 páginas

La poesía, la auténtica poesía que nace en los laberintos del alma, debe ser antes que todo un juego venturoso entre mensaje y contenido, significante y significado, entre la señal y lo que se quiere decir. Claro, allá en el centro del verso lo que late es emoción. Pero si el poema va a brotar, es necesario que esa emotividad adopte una forma que resuene, susurre o retumbe, según corresponda.
Eso es lo que sobradamente hace Armando Uribe Arce, poeta mayor, gran y tierno amante. Bajo la apariencia de un rigor formal de otro tiempo, su verso medido y rimado se desbanda en un torrente que habla de pasión en cada sílaba. En el libro “De nada, diario en verso”, el Premio Nacional de Literatura 2004 persevera en su torrente verbal.
El presente volumen presenta lo escrito por Uribe en el año 2005 y, como su nombre lo indica, es un auténtico diario, con fechas precisas, donde el poeta registra con lucidez e ironía su particular visión del mundo. Rabioso, sensible, soberbio y vital, el autor sabe mostrarse entero en el papel. Varios pasos más alla de la mesura, lo suyo es explotar en un canto que es a veces divertido, a veces desgarrador.
La presente edición presenta los textos como un facsímil de su versión manuscrita. De esta manera, al leerlo se entra un poco en el juego de estar hurgueteando los cuadernos privados de este señor. El trazo a veces inseguro, a veces certero de sus letras, aumenta el grado de compromiso estético entre autor y lector. El efecto llega a ser especialmente intenso en los poemas dedicados a su amor de toda la vida, Cecilia, fallecida hace algunos años. Desde el pozo de su viudez, Uribe lanza sus lúcidas estrofas de dolor. “Elegí la mujer que amé. / Elegido no fui por ella. / Se trataba de lamás bella / que existiese en el mundo. Fue / la buenamoza de los sueños. / Pero de ella yo no fui su dueño.”
Así, por el delgado hilo de tinta que une muerte y amor, el poeta se presenta íntegro en este largo manuscrito. Las páginas respiran y sudan. Su voz se enoja con la vida y con Dios, luego se reconcilia, luego sueña un poco, o se hunde en los recuerdos. “De nada” debe ser uno de los mejores libros que Armando Uribe ha lanzado últimamente, en el que exuda poesía de la mejor. Para despedirse, un sentido poema duramente existencial: “Que vamos todos a morir / le dice su inconsciente al niño / recién nacido. Fíjate en tu llanto / recién nacido y curado de espanto / por el parto. ¿Te hacen cariño? / es para consolarte porque vas a morir”.

Pinochet S.A., el origen de la fortuna


Ozren Agnic
RiL Editores
218 páginas

Ante la reciente muerte de Augusto Pinochet Ugarte, no pocos de sus partidarios dijeron que era papel de la historia futura situar su figura en un justo lugar. Estas afirmaciones buscan de alguna manera evadir un juicio teñido por la contingencia. Pero la realidad es otra. Personalidades tan devastadoramente influyentes como la de Pinochet no pueden esperar a que pasen decenios para ser redescubiertas y tratadas con altura por historiadores ponderados. El juicio que la posteridad se haga se basará en fuentes documentales y visiones de sus contemporáneos. Esos son los antecedentes que se tomarán en cuenta para emitir su veredicto. Así es como se escribe la historia.
“Pinochet S.A., El origen de la fortuna”, es un texto que busca dar luces sobre uno de los temas que persiguieron al ex dictador hasta sus últimos días: las cuantiosas riquezas descubiertas en distintos bancos extranjeros. Revisando acuciosamente numerosos documentos tanto en Chile como en otros países, el autor Ozren Agnic se lanza a la busca del itinerario que conduce desde un general autoproclamado como “frugal” en 1973, al anciano que posee depósitos por al menos 13 millones de dólares en 125 cuentas bancarias, además de numerosas propiedades, en 2006.
Deshaciendo cuidadosamente la madeja, el libro aclara que difícilmente el origen de toda esa fortuna puede hallarse en “ahorros”. La trama es oscura, compleja y abismante. Hay unos cuantos episodios dignos de “Los Soprano”, que llamarían a risa si no fuese porque están relacionados con la dolorosa historia reciente de nuestra patria.
El libro abarca no sólo al fallecido general, sino que también involucra en la ronda de negocios a su familia: hijos, yernos, nueras y primos son partícipes de la danza de millones.
El trabajo de Ozren Agnic se mueve entre la estricta prolijidad del investigador y la amenidad del cronista. En todo caso, más allá de lo retórico, lo más elocuente son los fríos hechos, las cifras y el valor documental. Años de investigación en archivos judiciales, conservadores de bienes raíces y papeles de bancos, dan a este libro suficiente fondo como para tomarlo en serio y comenzar ahora a armar ese supuesto “veredicto histórico”. Parte del trabajo del historiador es el de contrastar visiones. Con textos como este, se pueden comparar realidades tan disímiles como la supuesta austeridad del soldado y la fastuosidad de la herencia financiera que dejó al morir. La historia ya va teniendo elementos como para poder dar su dictamen más temprano que tarde.

Friday, January 19, 2007

Tango, rock, vanguardia y tradición

ORQUESTA TÍPICA FERNÁNDEZ FIERRO
Tango, rock, vanguardia y tradición

Hay un estilo musical que, mucho antes de que el rock soltase su alarido primario, ya se las arreglaba para agitar a las masas con una mixtura de sensualidad, letras provocativas y un afinado sentido de lo popular y lo comercial. Hablamos ni más ni menos que del tango, señoras y señores.

Este ritmo, nacido en las riberas del Río de la Plata, que uno puede suponer como una especie de curiosidad anacrónica, se mantiene vivo y en plena vigencia. Muchos artistas argentinos ligados más al pop y al rock, han pasado por el tango, como una expresión de respeto y de una profunda “argentinidad”. Daniel Melingos, con “Tangos bajos”, o Andrés Calamaro, en “Tinta roja”, son una muestra clara. Pero hay más paño que cortar que un disco de versiones. El tango está vivo en manos de gente como la Orquesta Típica Fernández Fierro (OTFF). Esta agrupación es destacable en la escena no sólo del tango, sino que su interés se derrama hacia la escena del total de la música contemporánea.

Seguidores de próceres tan relevantes como Astor Piazzolla o el sexteto Mayor de Tango, la OTFF se mantiene en la frontera del tango tradicional, dentro de la cual se las arregla para conmover, impactar y estremecer.Uno de los rasgos más interesantes de la OTFF es que está conformada mayormente por músicos extremadamente jóvenes, (rondando la veintena de años), quienes reconocen en el ritmo del 2 por 4 a la raíz de su identidad musical y cultural. Además de lo que se puede escuchar en cada una de sus cuatro producciones, lo que prima en la Orquesta es un ingrediente parecido a lo que encontramos en el rock: actitud. Desde los títulos de sus discos hasta su performance en vivo, queda claro que tango y rock tienen mucho en común, y la OTFF no duda en explorar esas conexiones. “Envasado en origen”, de 2002; “Destrucción masiva” de 2005; o “Mucha mierda”, de 2006, traspasan las fronteras que separan los estilos para demostrar, con violines, violas, bandoneones y contrabajos, que la buena música es una sola.
Escuchar el tango de la Orquesta Típica Fernández Fierro es una experiencia que va mucho más allá de la nostalgia arrabalera o una ceremonia de abuelitos que celebran sus bodas de plata. Es un tango vivo y potente, fuerte y desgarrador. No en vano, la banda está compuesta mayormente por músicos que militan doblemente, entre la orquesta y distintos grupos de rock trasandino. El flujo de energía que corre entre ambas tendencias se manifiesta con fuerza en cada uno de los cortes de su último trabajo, el mencionado “Mucha mierda”. El título del disco corresponde a la expresión de buena suerte que lanzan los artistas antes de salir al escenario, y resume el vigor que la OTFF imprime en su arte. Los referentes son Piazzolla y sus contemporáneos. Pero, para el oído menos entrenado y más cargado hacia el metal, no sería raro percibir referencias de Apocalíptica o, hasta King Crimson. Pero ojo, que el tango, más que recibir influencias, las entrega, y ese cruce es lo que de alguna manera esta orquesta desarrolla.
Este viernes 19 de enero de 2006, a las 21:30, en el Centroarte Alameda, la Fernández Fierro desplegará lo mejor de su arte, en una sesión que promete. Sea uno rockero o tanguero, esta música toca a todos por igual.

Integran la Fierro: en violines Federico Terranova, Pablo Jivotovschii y Bruno Giuntini ; en viola Juan Carlos Pacini; en violoncelo Alfredo Zucarelli; en contrabajo Yuri Venturín ; en bandoneones Flavio “El Ministro” Reggiani, Martín Sued, Pablo Gignoli y Julio Coviello ; en piano Santiago Bottiroli y en voz el cantor Walter “Chino” Laborde.

Discografía:
“Envasado en origen”, 2002, CD de estudio.
“Destrucción masiva”, 2003, CD de estudio.
“Vivo en Europa”, 2005, CD en vivo.
“Tango Antipánico”DVD, 2005 en vivo.
“Mucha Mierda”, 2006, CD en vivo.